Palma, Solana y La Historia de la Publicidad

24 septiembre 2012

Pues nos hacía ilusión que el primer post tras el verano fuese el del viaje a Palma. La semana pasada, los sapristianos David y Alfred fuimos estupendamente acogidos por nuestro amigo Sergio Rodríguez, el alma que está detrás del increíble currazo de La Historia de la Publicidad, del que ya os hemos hablado en diversas ocasiones.

La excusa para animarnos a hacerle la visita que tantas veces habíamos prometido fue la posibilidad de asistir a una de sus cenas con profesionales de reconocido prestigio. Tiene mucho mérito lo que está haciendo Sergio por revitalizar el sector publicitario en Palma. Cada mes acude un grande a la isla: Toni Segarra, Marçal Moliné, Félix Muñoz, Ezequiel Treviño o Ricardo Pérez han estado cenando con los publicitarios de la zona, hablando del pasado, presente y futuro de esta profesión tan extraña a la que seguimos empeñados en dedicarnos.

En esta ocasión le tocaba el turno a Daniel Solana, uno de los principales referentes actuales de la publicidad nacional, el tipo que escribió el manual de instrucciones de todo aquel que intenta encajar en este nuevo entorno postpublicitario que nos ha tocado vivir y uno de los creativos más brillantes, tanto en su época offline como (sobre todo) ahora.

Nos contó su trayectoria, cómo San Francisco cambió su vida (es curioso que fuese la misma ciudad la que hiciera lo mismo con Ezequiel Treviño años después) al darle a conocer el rumbo que estaba tomando internet allá por el pleistoceno de hace unos 15 años y cómo se lanzó a la aventura de Double You que le ha llevado donde está ahora. Luego estuvimos preguntando acerca de nuestras inquietudes, la mayoría de las cuales eran compartidas y nos animó a llevar esta profesión por un sendero más ético y respetuoso, tanto con el cliente como con el consumidor como, por supuesto, con nosotros y nuestro oficio. Y luego gintonics, una charla más sosegada y a dormir.

Y al día siguiente caímos en la trampa de Sergio. Una trampa en la que han ido cayendo todos los ponentes anteriormente citados y otros incautos como el amigo Óscar Bilbao. El truco consiste en hacerte creer que tiene un montón de archivos y documentos históricos publicitarios en su casa. Pero es mentira. Lo que tiene es un agujero negro por el que una vez entras, ya no te da la gana salir. Y viajas guiado por él hasta el siglo XVIII y desde ahí vas intentando asimilar, con la boca tan abierta como los ojos, cómo es posible que un solo tipo y en solo unos años haya conseguido recopilar tanta historia en tan poco espacio. Desde cartas a sellos, postales, folletos, periódicos, gráficas, tarjetas, anuarios, informes, cuñas en vinilos… más de 4.000 documentos que son más de 4.000 historias. Y se las sabe todas, el tío.

Es impresionante, no solo lo que hace sino la pasión con la que lo hace. Y por qué lo hace. Este pedazo de publicitario nos contagió a los tres espectadores de lujo (un abrazo a Jorge Vallet) su amor y su dedicación y nos metió un chute de motivación en vena para seguir en la lucha por este absurdo empeño en hacer anuncios.

Que la profesión esté dejando solo a Sergio (las palmaditas en la espalda al principio molan, pero acaban por joderte el omóplato) explica un poco por qué estamos como estamos. Y que solo sean los históricos los que le apoyen igual explica por qué con ellos se vivió la edad dorada de la publicidad. Pero vamos, que tampoco es que eso a Sergio le afecte demasiado. A cabezón no le gana nadie y si tiene que remover Roma con Santiago para seguir adelante, no nos cabe ninguna duda de que lo hará. Con dos cojones y un fichero.

Sirva este post para mostrar nuestra admiración por su proyecto, nuestro agradecimiento por su hospitalidad y nuestra recomendación gastronómica para los que os animéis a visitar su colección: no dejen de probar el arrós brut. Kansei en estado puro 😉

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