Confesiones de un publicitario

9 noviembre 2010

En parte por la vergüenza de no haberlo hecho aún, en parte animado por lo dicho en alguna de las partes del libro Postpublicidad de Daniel Solana, este pasado fin de semana nos echamos al gaznate el libro «Confesiones de un publicitario», de David Ogilvy.

Y nos lo hemos pasado muy bien haciéndolo.

Ahora que parte del sector y gran parte de intrusos del sector se empeñan en matar a la publicidad diciendo que ya todo ha cambiado, que nada de lo que hacemos tiene futuro y que las campañas de ahora no tienen nada que ver con las de antes, produce cierta curiosidad leer determinadas cosas escritas en Madison Avenue en 1963.

Por ejemplo, las 5 primeras recomendaciones del autor sobre cómo debían ser entonces las campañas publicitarias:

1) Lo que se dice es más importante que la forma en que se dice.
2) A menos que la campaña se base en una gran idea, no hay duda de que se vendrá abajo.
3) Expongan los hechos (…) las marcas es competencia se hacen cada vez más y más uniformes.
4) No se puede cansar al público para que compre.
5) Hay que tener educación y no hacer el payaso.

Y luego suelta perlas como las siguientes:

«Los buenos productos deben venderse mediante una publicidad honesta. Si no se cree que el producto es bueno, no se debe anunciar».

«El consumidor no es un retrasado mental. Será un insulto a su inteligencia el suponer que un sencillo slogan y unas cuantas superficialidades, a base de adjetivos, la induzcan a comprar alguna cosa.»

«En mi fuero interno, siento verdadera pasión por el paisaje, y nunca he visto ninguno que fuese mejorado por un cartel.»

«Cada anuncio debe ser estudiado como una contribución al símbolo tan complejo que es la imagen de marca.»

«El anunciante que dedique su publicidad a forjar la personalidad más agudamente definida para su marca, obtendrá la mayor parte del mercado, con el más elevado beneficio.»

Y cita a otros históricos, como Jim Young: «Cada tipo de anunciante tiene el mismo problema: ser creído».

¿No es totalmente postpublicitario?

Si esto mismo lo dice hoy Daniel Solana o Joan Jiménez, ¿no creéis que daría el pego y que es totalmente actual?

Nos ha parecido un libro muy interesante aún hoy, una personaje muy peculiar (imitado con mayor o menor fortuna por Luis Bassat) y un retrato de las agencias de publicidad «madmenianas» muy recomendable.

Un comentario en “Confesiones de un publicitario”

  1. admin

    Por cierto, ya hemos vuelto a habilitar los comentarios, una vez localizados y destruidos los infiltrados que nos atiborraban de medicamentos e invitaciones al casino.

    Todos vuestros.

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